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"Nabucco" en el Teatro Municipal de Santiago de Chile: Brillar por la ausencia
El primer éxito en la carrera de Verdi fue el elegido como cuarto título de la temporada lírica de Santiago de Chile. La producción escénica y el elenco no superaron las expectativas que la partitura propone. Por Cristóbal Astorga Sepúlveda
 

Brillar por la ausencia
Teatro Municipal de Santiago de Chile
Martes 28 de agosto de 2007

Ricardo Seguel (Sumo Sacerdote de Baal) y Susan Neves (Abigail), tercer acto de Nabucco, Teatro Municipal, Santiago de Chile, 2007

NABUCCO, ópera en cuatro partes de Giuseppe Verdi. Dirección musical: Maurizio Benini. Dirección de escena: Eric Vigié, escenografía e iluminación: Enrique Bordolini, vestuario: Imme Möller. Reparto: Susan Neves (Abigaíl), María Isabel Vera (Fenena), Claudia Virgilio (Ana), José Azocar (Ismael), Pedro Espinoza (Abdallo), Roberto Frontali (Nabuco), Paata Burchuladze (Zacarías), Ricardo Seguel (Sumo Sacerdote de Baal). Orquesta Filarmónica de Santiago. Coro del Teatro Municipal, Jorge Klastornick (maestro del coro).

Nabucco, la tercera ópera de Verdi, goza de una popularidad debida casi exclusivamente a su famoso coro del acto tercero, "Va' pensiero". Convertido en un himno durante el Risorgimento, es una pieza que corona a la primera gran ópera del campesino de Roncole. Nabucco posee números de grandes exigencias y siempre es un reto encontrar a tres principales (ninguno tenor por lo demás) que sean capaces de enfrentar los desafíos de sus roles. Es una lástima que sea tan poco lo bueno que pueda decirse de la producción de una ópera tan buena, pero quizá por lo mismo sea mejor no decir demasiado.

Susan Neves había hecho Abigaíl el año 2000 con bastante pericia. Se trata de una voz grande que ha perdido brillo y que se esfuerza por alcanzar el agudo; la matización es precaria y su desempeño escénico casi nulo. Roberto Frontali, también conocido en el Municipal, fue un rey digno, regularmente estorbado por un vestuario ridículo que lo empequeñecía (en todos los sentidos). El timbre no es demasiado interesante, pero domina el rol, aunque se lo nota agotado en particular hacia el final. Paata Burchuladze, conocido más recientemente en Chile por sus Mefistófeles, sigue teniendo la voz gigante que ha sido, históricamente, su único atractivo. El agudo ha ganado en seguridad, pero desciende con mayor dificultad a una zona grave, inexpresiva y muchas veces cercana a lo gutural. Es de destacar, eso sí, que fue el único de los principales que cantó las dos estrofas de su cabaletta.

Paata Burchuladze (Zacarías), primer acto de Nabucco, Teatro Municipal,
Santiago de Chile, 2007

María Isabel Vera es una Fenena muy solvente, aunque sigue sin dominar el canto forte, cercano al descontrol; es de esperar que siga mejorando, ya que posee un registro cálido de gran amplitud. José Azocar intentó hacer del nunca recompensante rol de Ismael algo más interesante; ello se tradujo en una sobreactuación heroíca con una línea vocal muy poco verdiana. Sobria la Ana de Claudia Virgilio, lo cual en esta producción derechamente se agradece, y correctos el Sumo Sacerdote de Ricardo Seguel y el Abdallo de Pedro Espinoza.

La régie de Eric Vigié refleja todo lo malo de su Trovatore el año pasado: carencia del más mínimo sentido común en el desplazamiento de los solistas, movimientos estereotipados que dan cuenta de la psicología de cada personaje, distribución casi marcial de los miembros del coro perdiendo toda posible espontaneidad. Vigié abusa de la suspensión de la incredulidad a la que uno, sanamente, se expone cuando presencia ópera. Véase, por ejemplo, la idolatría del coro en el interior del templo, la forma en que Zacarías rompe el cerco de soldados, o cómo se produce la liberación de Fenena, ¡todo eso solamente en el primer acto! El vestuario de Imme Möller es más propio de una película de ciencia ficción de los '80 del siglo pasado, con detalles derechamente de mal gusto, por ejemplo la corona de Nabuco cercana al kitsch, o la forma en que los trajes no son sensibles a las proporciones más bien amplias de algunos intérpretes. Enrique Bordolini, supongo, recibió instrucciones de lo que debía ser el escenario: un gran zigurat de forma aplastada que se abría para mostrar el templo de Jerusalén y el palacio de Nabuco. Funcionó a veces, pero hacía que todo ocurriera como en cámara lenta. En general, la puesta es alta en calorías: todo es grueso, grande, pesado y lento. Sumar a esto la entrada de Nabuco en un muy tieso caballo, el mismo que al inicio del acto cuarto está desparramado por el escenario para sugerir (?) la locura del rey; la ruptura de las tablas de la ley al final del acto primero; Nabuco siendo fulminado por Dios en su manifestación más geométrica al final del acto segundo; en fin, la aparición de un ángel al cierre de la ópera, después que la estatua de Baal se parte (probablemente, el efecto más logrado de todos los mencionados).

Coro del Teatro Municipal, tercer acto de Nabucco, Santiago de Chile, 2007

Maurizio Benini dirigió con soltura una pieza que conoce bien, aunque uno hubiera esperado que su lectura ganara interés dada la pobreza del escenario. Digamos que fue un trabajo parejo que podría haber brillado más. La orquesta suena con el debido profesionalismo, y se nota que ha ganado en aglutinación luego del rearme. El coro del Teatro se lució con un "Gli arredi festivi" y un "Va' pensiero" entonados con profunda pasión y esperanza, respectivamente. Un lujo poder oírlo en una temporada que hasta ahora no lo había lucido lo suficiente.

Después de un Nabucco como este surgen muchas dudas, y la que a mi me asaltó primero fue "¿quién paga el despilfarro?". No sé si es muy adecuada, pero reconozco fue lo primero que pensé cuando salí del Teatro (y es de notar que lo primero que pensé no fue "¡devuelvan el dinero!"). La ópera en Chile no es subsidiada por el Estado, pero con espectáculos como este es difícil encontrar razones para que eso cambie. Este Nabucco, lamentablemente, habría brillado más por su ausencia. Y eso solo habla bien de la partitura de Verdi.

Cristóbal Astorga Sepúlveda
kastorgas@tiempodemusica.com.ar
Santiago de Chile, Septiembre de 2007

Imágenes gentileza Prensa Teatro Municipal de Santiago de Chile. Fotografías de Juan Millán T.

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Publicado el 24/09/2007
     
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