Cada vez más cerca del Cielo
Teatro Ópera, Av. Corrientes 860
Viernes 13 de abril de 2007, 21.00

Hernán Piquín en Hernán Buenosayres, ángel y demonio, Teatro Ópera, 2007

HERNÁN BUENOSAYRES, ÁNGEL Y DEMONIO. Con Hernán Piquín, Miriam Coelho y Natalia Pelayo. Grupos La Rayuela y Pies Descalzos. Idea, coreografía y dirección: Margarita Fernández y Laura Roatta. Música: Julián Plaza, Mariano Mores, Osvaldo Pugliese, Ástor Piazzolla. Arreglos musicales: Julián Vat. Diseño de vestuario: Francisco Ayala. Diseño de iluminación: Omar Possemato. Presentado por la Fundación Julio Bocca.

En principio la propuesta parece tan ambiciosa como arriesgada: un espectáculo de danza inspirado en dos obras literarias magistrales pero poco bailables, con música de tango y realizado con austeridad de medios materiales bien podría naufragar. Pero si cuenta con intérpretes extraordinarios, coreografías inteligentes y rubros técnicos eficaces se comprueba una vez más el viejo axioma de que en el terreno del arte, más que el qué importa el cómo.

Hernán Buenosayres, ángel y demonio se inspira lejanamente en La Divina Comedia del Dante y en Adán Buenosayres de Leopoldo Marechal, y está planteado como un descenso a un purgatorio porteño. El protagonista será guiado por la Cancerbero a través de escenas en que deberá enfrentarse con los pecados capitales y otras pruebas, pero la visión de su Novia Celeste le dará la fuerza para superarlos. Laura Roatta y Margarita Fernández lo estructuran atinadamente en una serie de cuadros de estética diversa y crean coreografías bellas y sugerentes para el lucimiento del protagonista, sus partenaires y de la compañía.

Hernán Piquín en Hernán Buenosayres, ángel y demonio, Teatro Ópera, 2007

Hernán Piquín es sin lugar a dudas el bailarín argentino más sobresaliente de su generación. A una técnica que parece no tener límites le suma carisma, gran expresividad y ductilidad para abordar a Buenosayres en los diferentes estilos de esta obra, cuyo lenguaje contemporáneo no excluye los giros clásicos y tangueros. Reducir a Hernán Piquín al título de "sucesor de Julio Bocca" es menospreciar a un talento que se impone por su propio peso. Las ovaciones (merecidas y constantes) que el público le entregó son una prueba contundente.

Dos intérpretes femeninas de gran nivel acompañan a Piquín en este desafío. Miriam Coelho encarna a La Cancerbero combinando solvencia técnica con desenvoltura  escénica. Su aparición inicial fue una demostración cabal de todo lo que es capaz de expresar una bailarina "de carácter" en pleno uso de sus medios. La Novia Celeste de Natalia Pelayo tuvo la sutileza y liviandad que el papel requiere, y sus dúos con Piquín estuvieron llenos de lirismo y pureza de líneas. El pequeño cuerpo de baile conformado por las compañías La Rayuela y Pies Descalzos cumplió con un trabajo individual y grupal sobresaliente.

Hernán Piquín en Hernán Buenosayres, ángel y demonio, Teatro Ópera, 2007

El marco musical de Hernán Buenosayres es muy apropiado tanto en la elección de obras como en los arreglos, salvo por los temas que se alejan de lo puramente instrumental. Las interpretaciones de Una canción por Soledad Galoto y La orillera por Valeria Celurso -dos de las bailarinas- contrastaron con el buen gusto que mostró el espectáculo, mientras que la inclusión de una versión rapeada de Uno es difícil de justificar. En el aspecto visual cabe destacar el imaginativo vestuario de Francisco Ayala y la iluminación de Omar Possemato, sobria y eficaz.

Margarita Pollini
Abril 2007

Imágenes gentileza Prensa Teatro Maipo

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