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Los setenta de Philip Glass o la apología del "minimalismo"
Por Luciano Marra de la Fuente
 

3. Glass repite Glass o al encuentro de una lógica musical

Fotograma de Koyaanisqatsi, film documental de Godfrey Regio, 1982

Mucho de lo compuesto para Satyagraha, volverá a ser usado -textualmente, con ligeros cambios o tan solo algunos motivos- en varias bandas de sonido, otra de las actividades preferidas de Philip Glass. Así se lo puede escuchar en ciertos tramos de la otra trilogía de películas documentales del director Godfrey  Reggio sobre la vida -Koyaanisqatsi (La vida fuera de equilibrio, 1982), Powaqqatsi (La vida en transformación, 1987) y Noqoyqatsi (La vida como guerra, 2002)- como en la popular The Truman Show (1998) de Peter Weir y la multipremiada The Hours (2002) de Stephen Daldry. También uno de los interludios de Einstein on the Beach escritos para violín solo y voces es un antecedente claro al "académico" Concierto para violín y orquesta (1987), compuesto para la American Composers Orchestra.

Este hecho de volver a escuchar música ya compuesta en piezas nuevas es significativo en la obra de Glass como también el uso hasta el hartazgo del arpegio, nos hacen poner en tela de juicio la originalidad del compositor. Es interesante la afirmación que hace en 2001: "Lo más difícil para un compositor no es encontrar su voz, eso es fácil. Lo difícil es zafarse de ella, pasando toda tu vida tratando de liberarte de todo lo que pensabas que te era necesario".

La reutilización de materiales musicales en diferentes contextos -el paso de una ópera a una película taquillera- se puede pensar como una cuestión de aprovechar la oportunidad de difundir su propia obra en un medio más popular. Y en ese sentido, quizá debiéramos rendirnos a lo que expresa Federico Monjeau en 2001, al proyectarse Dracula de Tod Browling con la musicalización del compositor: "Glass es como esos arquitectos que ya no diseñan, que sólo prestan su nombre a un estudio que garantiza cierta unidad de estilo, buena presentación y nivel técnico. Tal vez deba admitirse que una buena parte de eso que hasta hace poco se llamaba música contemporánea estadounidense hoy funciona como una firma en el mercado cultural".

Esta relación con el mercado cultural siempre estuvo presente en Philip Glass, al crear a fines de los setenta su propia compañía editorial y sus propios estudios de grabación. A esto se le suma la política que tiene con respecto a los subsidios y/o becas estatales: a lo largo de su carrera aceptó sólo una beca corta del Consejo de las Artes de Nueva York, priorizando el fruto del  trabajo que lograba con su Ensemble.

"Mi forma de sobrevivir fue hacer la vida a mi propia manera", expresó también en 2001 este hombre que hasta los 44 años, paralelamente a la composición, ejerció la profesión de plomero, trabajó en una casa de mudanzas y como taxista para subsistir. Philip Glass tiene claro que escribe para determinada audiencia y conoce perfectamente las leyes del mercado.

El director Dennis Russell Davies y los cantantes Michael Schade, Eric Owens y
Albert Dohmen en un ensayo previo al estreno de la Sinfonía Nº 5 de Glass en el Festival de Salzburgo 1999, foto de Clemens Scharre

Sin embargo, desde la década del noventa, comienza a recibir encargos para diversos organismos sinfónicos o instituciones, que generan obras realmente significativas como la Sinfonía Nº 5 "Requiem, Bardo, Nirmanakaya". Compuesta para el Festival de Salzburgo de 1999, esta obra sinfónico-coral, inspirada de cierta manera en la ya universal Sinfonía Nº 9 "Coral" de Ludwig van Beethoven, fue concebida como una sinfonía de la paz al aunar en los doce números que la integran textos de diversas fuentes, épocas y culturas sobre la historia del mundo. A diferencia de las óperas anteriormente comentadas, esta sinfonía dura una hora y cuarenta minutos, conteniendo características típicas de Glass como el arpegio y las repeticiones de patrones rítmicos y melódicos, aunque alcanzando un fuerte dramatismo, tanto en las partes para los cinco solistas como para el coro y la orquesta.

En 2005 la Bruckner Orchester Linz estrenó su última sinfonía, la Nº 8, en octubre próximo estrenará Appomattox, una ópera sobre la Guerra Civil estadounidense, en la Ópera de San Francisco y para 2008 tiene previsto escribir para la Stanford Lively Arts and the Public Theater y el New York Shakespeare Festival una versión de teatro musical sobre Las Bacantes de Eurípides, junto a la directora teatral JoAnne Akalaitis, quien fue su esposa hasta 1980. Hace unas semanas recibió su tercera nominación para el premio de la Academia de Hollywood en el rubro Mejor música original por la película Notes on a Scandal (Escándalo). Todo esto indica que Glass, a sus setenta años, es un compositor en plena actividad que trata de sobrevivir a su propia voz y a su manera.

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Publicado el 06/02/2007
     
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