¿Cómo ves en general a la educación musical hoy en día?
La veo muy diferente según los contextos. En algunos evoluciona, en otros no. Depende mucho de los países. Por ser representante del método y por la función que tengo, me piden intervenir porque se quiere ver otro enfoque. En ciertos entornos hay limitaciones pero creo que ni siquiera es una cuestión de país. Cuando estuve en Argentina el enfoque de aquellos maestros era de alta calidad. Podés estar en un pueblito europeo donde la educación está muy limitada y a pesar de que sea Europa o Estados Unidos, el nivel que se tenga no es el ideal. Muchas veces creo que hay un real interés y que en general en la educación musical se busca integrar la improvisación y en algunos medios se descubre el rol del cuerpo a partir de diferentes técnicas.

¿Cuáles son las dificultades que observás con más frecuencia en los músicos que se acercan a la Rítmica?
La mayor parte de los músicos tienen una formación auditiva. En ciertas cosas le falta la relación con el instrumento. Hay mucha gente que sabe armonía pero que no lo tiene enlazado con su propio instrumento y eso hace que le cueste improvisar incluso sobre un esquema armónico. Después está la falta de conciencia corporal y de la importancia que tiene el cuerpo en el sonido. Es decir, si no estoy bien conectada con la tierra y con mi cuerpo es lógico que cueste hacer un fraseo que tenga un gran ligado. En muchos casos también hay problemáticas de coordinación porque el músico aprende obras fijas. Son elementos que no están tan presentes.

¿Pensás que eso tiene que ver con una cierta rigidez en la formación?
Es una cuestión de prioridades. Las competencias del músico hoy por hoy cada vez son más grandes. Necesitan saber repertorio pero también necesitan la parte pedagógica, que implica otro repertorio, si se quiere trabajar de eso. La improvisación requiere otro tipo de conocimientos. La realidad de los profesores de música cambia mucho dentro de los países.

La forma en la que se ejerce la enseñanza en el ámbito de la música, necesariamente se vincula con el tipo de formación recibida y también con la ampliación y el desarrollo de esos conocimientos. Del mismo modo implica, necesariamente, un posicionamiento que revea y repiense las propias prácticas educativas, sobre todo teniendo en cuenta la función social que tiene el educador musical.

La enseñanza no es una tarea sencilla. No es un lugar donde sólo se divulga información. Tiene que pasar algo más.
Claro. Uno tiene que darse cuenta de lo que es informativo a lo que es formativo. Informativo para la Rítmica es difícil porque el cuerpo necesita tiempo y no porque uno esté informado de un ejercicio, lo puede realizar. Por eso es que necesitamos la formación de más tiempo, porque hay que desarrollar los medios y las herramientas que van a permitirle a la persona realizarlos sintiéndose auténtico.

¿Cómo es la experiencia de dirigir al Instituto Dalcroze?
Es un desafío muy lindo porque es una escuela muy grande. Tenemos 2500 alumnos: niños adolescentes y adultos mayores. Hubo varios proyectos de investigación y en uno de los últimos se vio que la actividad de Rítmica semanal disminuía el riesgo de caídas en un 50%. Además tenemos un Departamento de Posgrado en Rítmica y necesidades especiales, y Rítmica y formación del adulto mayor, y un Departamento Internacional importante porque hay muchos profesores de Rítmica Dalcroze en diferentes países del mundo. Lo hago con mucho gusto porque recibí mucho formándome allí. Es una manera de contribuir al desarrollo y a la evolución porque en los métodos es muy importante encontrar el equilibro entre la tradición y el respeto de los principios, integrar nuevas tendencias y modernizarlos.

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