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“Viento Blanco” en el Teatro Municipal de Chile: Deber y muerte
El Teatro Municipal comienza su temporada 2008 con el estreno absoluto de la ópera de Sebastián Errázuriz, basada en una historia real ocurrida hace tres años en Chile. Por Cristóbal Astorga Sepúlveda (corresponsal en Santiago de Chile)
 

Deber y muerte
Teatro Municipal, Santiago de Chile
Miércoles 5 de marzo de 2008

Homero Pérez-Miranda (Sargento), primer acto de Viento Blanco,
Teatro Municipal, Santiago de Chile, 2008

VIENTO BLANCO, ópera en dos actos de Sebastián Errázuriz. Libreto de Felipe Ossandón, Rodrigo Ossandón y Sebastián Errázuriz. Dirección musical: José Luis Domínguez. Dirección de escena, escenografía y vestuario: Rodrigo Claro. Iluminación: Patricio Pérez. Reparto: Homero Pérez-Miranda (Sargento), Juan Pablo Dupré (Recluta 1), Sergio Gallardo (Recluta 2), Mauricio Miranda (Recluta 3), Daniela Ezquerra (Enamorada Recluta 1), Pedro Espinoza (Mayor), Paula Arancibia (Periodista 1), Maribel Villarroel (Periodista 2), Pablo Oyanedel (Comandante en Jefe), Carmen Luisa Letelier (Madre Recluta 2), David Gáez (Padre Recluta 2), Pablo Ortiz (Padre Recluta 3), José Miguel Valdés (Hermano Recluta 3). Orquesta Filarmónica de Santiago. Coro del Teatro Municipal, Jorge Klastornick (maestro del coro). Coro Crecer Cantando, Víctor Alarcón (maestro del coro).

Aproximadamente, en Chile se estrena una ópera de producción nacional cada diez años. De aproximado, esto pasa a ser exacto si se considera la distancia que separa a Fulgor y muerte de Joaquín Murieta, estrenada en 1998, de la ópera que el pasado miércoles, 5 de marzo, subió a escena por primera vez en el Teatro Municipal. Viento blanco de Sebastián Errázuriz (*1975) completa así las celebraciones del sesquicentenario del escenario capitalino, y lo hace con una calurosa acogida del público, prueba fehaciente de que es posible generar nuevos títulos para el público local de la ópera.

Viento blanco se inspira en un triste incidente ocurrido el 18 de mayo de 2005 en las cercanías del volcán Antuco, octava región de Chile. En esa ocasión, un grupo de reclutas, que cumplían su servicio militar obligatorio, fue alcanzado por una tormenta de nieve en la zona precordillerana mientras realizaban ejercicios de entrenamiento. El resultado fue 45 muertos y, en enero de 2006, la condena del mayor Patricio Cereceda a cinco años y un día de prisión por cuasidelito de homicidio, responsabilidad que le cupo por haber podido prever, y consiguientemente evitado, el fatal desenlace. Este es el material con el que compositor y libretistas trabajaron para formar una ópera en dos actos, cada uno con dos cuadros, y un epílogo.

Los dos primeros cuadros están ligados de forma imperceptible; retratan la llegada de los reclutas al regimiento, y un episodio de entrenamiento ocurrido algunas semanas después. En el primer cuadro se nos presentan los reclutas según tres tipos ideales. El primero está enamorado y tan solo desea que el servicio militar concluya; el segundo es el hijo único de una madre sobreprotectora y un padre preocupado del qué dirán; el tercero representa a quienes acuden con entusiasmo a cumplir el servicio y se sienten identificados con el mundo militar. El tercer cuadro muestra un momento de camaradería entre los jóvenes; este episodio se encuentra cortado por la escena, temporalmente paralela a la celebración, en que el Mayor intenta obtener, infructuosamente, información metereológica para preparar el ascenso a la montaña. Ese mismo cuadro finaliza con la lectura de una carta enviada por su novia al primer recluta; la tristeza de este es consolada por los otros dos, todos quienes son interrumpidos por el Mayor y el Sargento, que les ordenan ir a dormir dado que en la madrugada deberán ascender la montaña, a pesar de la nieve que comienza a caer. El último cuadro se sitúa en el gimnasio del regimiento. Hasta allí han llegado los mismos familiares del primer cuadro que comienzan a impacientarse ante la ausencia de noticias sobre el paradero de sus hijos, hermanos y novios. El epílogo musical, finalmente, muestra en pantomima la caminata de los reclutas, rodeados por el viento blanco que los terminará por congelar.

Homero Pérez-Miranda (Sargento), primer acto de Viento Blanco,
Teatro Municipal, Santiago de Chile, 2008

Salvo el tercer cuadro, la trama discurre linealmente, sin desviarse a conflictos paralelos o concentrarse en aspectos psicológicos. Ello es evidente dado que ningún personaje está individualizado y representan, con excepción del Sargento, tipos de carácteres y personajes morales. Así, el tercer recluta recoge conmovedoramente el espíritu del joven cautivado por las instituciones militares; uno esperaría algo más de incorrección política en el retrato, en particular porque sabemos que ese espíritu militar termina casi siempre por parecerse más a un nacionalismo de corte xenofóbico que al sueño republicano de la milicia ciudadana. Optar por una caracterización de tipos arriesga, además, una creciente indiferencia por parte del espectador a medida que la ópera avanza, en particular cuando los tipos retratados son versiones refinadas de caricaturas más descarnadas. Esto es un punto débil del libreto, en general amable y educado (tan educado, que hasta se permite un

 
Publicado el 15/03/2008
     
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