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"Estaba la madre" en el Teatro Argentino de La Plata: Poner música al horror
Con una buena labor de conjunto, se estrenó la ópera de Luis Bacalov, homenaje a las Madres de Plaza de Mayo y su lucha por la verdad. Por Ernesto Castagnino
 

Poner música al horror
Teatro Argentino de La Plata
Domingo 4 de noviembre de 2007

 

Mónica Sardi (Ángela), Adriana Mastrángelo (Sara) y Alejandra Malvino
(Juana) en la escena séptima de Estaba la madre, Teatro Argentino,
La Plata, 2007

ESTABA LA MADRE, ópera en un acto con un prólogo, siete escenas y un epílogo. Libreto de Carlos Sessano, Sergio Bardotti y Luis Bacalov. Música de Luis Bacalov. Estreno americano. Dirección musical: Luis Bacalov. Dirección escénica: Carlos Branca. Escenografía, vestuario y dibujos proyectados: Sergio Massa. Iluminación: Sandro Pujía. Coreografía: Omar Saravia y Carlos Branca. Realización de video: Federico Bongiorno. Reparto: Adriana Mastrángelo (Sara), Alejandra Malvino (Juana), Mónica Sardi (Ángela), Gustavo Gibert (1º General), Leonardo Estévez (2º General), Ricardo Ortale (3º General), Luciano Garay (Narrador), Juan Fernández Mendy (Rabino), Fabián Veloz (Obispo). Solista de violín: Fernando Favero. Bandoneón: Luciano Hungman. Piano: Hae Yeon Kim. Orquesta, Coro y Ballet Estables del Teatro Argentino. Director de coro: Sergio Giai.

Difícil tarea la de realizar un comentario crítico sobre una obra que aborda un tema tan sensible de nuestra historia reciente, la dolorosa búsqueda de madres y familiares de las víctimas del terrorismo de estado. El compositor argentino Luis Bacalov es conocido por su obra Misa Tango, grabada por el tenor Plácido Domingo y numerosas bandas de sonido cinematográficas, entre las cuales la música de la película El cartero le valió un premio Oscar en 1996. La ópera Estaba la madre, con libreto de Carlos Sessano, Sergio Bardotti y el mismo Bacalov, fue realizada por encargo de la Ópera de Roma hace tres años y tuvo este mes su merecido estreno americano en la temporada platense.

Esta obra, más allá de su calidad artística, se impone por la temática y tiene el mérito de contribuir a mantener viva la memoria sobre hechos que aún no encontraron en la justicia su debida atención. El título traduce el primer verso del Stabat Mater, obra religiosa en latín, a la que pusieron música Vivaldi, Pergolesi, Haydn y Rossini entre otros, que narra el dolor de la Virgen María al pie de la cruz. Bacalov propone una relectura de ese dolor en la figura de las madres de detenidos-desparecidos por la represión en nuestro país. Aunque el recurso es válido en el contexto en el que la obra fue compuesta -la Ópera de Roma le realizó el encargo para ser ejecutada en Semana Santa-, no deja de ser polémica la identificación de la Virgen con las Madres de Plaza de Mayo.

Mónica Sardi (Ángela) en la escena cuarta de Estaba la madre,
Teatro Argentino, La Plata, 2007

En el comentario que Bacalov escribió para el programa de mano, explica los principios de su composición musical: "trato deliberadamente de trabajar con elementos que resulten inmediatamente reconocibles para el público". De esta manera incorpora a una partitura melódica con escaso vuelo motivos de nuestra música urbana, pero sin ir mucho más allá de la exploración ya realizada por Astor Piazzolla. Es en los números corales donde logra momentos de singular fuerza y hondura dramática. El libreto, directo y elemental, pareciera obedecer a estos mismos principios, pero el resultado es menos convincente que en el plano musical. El argumento de la ópera transita el dolor de cuatro madres que buscan a sus hijos desaparecidos en una sucesión de cuadros enhebrados por la voz de un narrador, dando a la obra el carácter de un oratorio más que de una ópera. En este sentido, queda al descubierto la dificultad de conjugar el tono testimonial con el lenguaje operístico.

La dirección escénica de Carlos Branca fue correcta, resolviendo bien las difíciles escenas de mímica y creando momentos de fuerte tensión como la escena en que los represores bajan a la platea iluminándola con dos fuertes reflectores y se llevan a la rastra a varios actores sentados entre el público. La utilización del simbolismo del agua, la tierra y el fuego aplicado a cada historia no aportó demasiado al desarrollo del drama como tampoco el acompañamiento de un video -recurso casi obligado en las puestas actuales de ópera que, por ello, va perdiendo efectividad- que mostraba imágenes y diálogos tendientes a ilustrar la realidad de la época. Estos recursos no aportaron a un entramado narrativo y visual saturado de elementos donde la falta de continuidad dramática, fracturada en la sucesión de cuadros separados por un repetido y enlentecedor subir y bajar de telón y pantalla, puso en evidencia lo más endeble de la obra, el libreto. Pero lo que sin duda sirvió a crear los intensos y dramáticos climas fue el diseño de iluminación de Sandro Pujía, verdadero hilo conductor de las emociones en esta producción. La escenografía de Sergio Massa resolvió con eficacia la superposición de acciones y espacios con andamios en dos niveles en los que se alternaban coro, solistas y actores.

Escena final de Estaba la madre, Teatro Argentino, La Plata, 2007

Las tres madres (1) fueron personificadas con gran capacidad expresiva por las mezzosopranos Adriana Mastrángelo, Alejandra Malvino y Mónica Sardi, destacándose la buena labor de esta última por su bello timbre y excelente estado vocal. Los tres generales, a cargo de los barítonos Gustavo Gibert, Leonardo Estévez y Ricardo Ortale, realizaron una correcta interpretación tendiendo por momentos a cargar las tintas con trazos caricaturescos. Luciano Garay como el Narrador -figura de discutible valor dentro de la trama- tuvo un momento de lucimiento junto a Alejandra Malvino y el coro, en una de las escenas musicalmente más logradas. El coro y la orquesta estables, dirigidos por Sergio Giai y Luis Bacalov respectivamente, tuvieron una buena actuación.

Asistimos, en síntesis, con un digno resultado global, al estreno de una ópera interesante por su compromiso con la memoria y la lucha por la justicia en la que se percibe el esfuerzo por narrar desde el lenguaje operístico aquello que se manifiesta como dolor inenarrable. Nos preguntamos cómo se podría hablar del horror, de la ausencia y del dolor de la pérdida, cómo ponerle música a lo que nos paraliza con su silencio. Y celebramos este intento, homenaje a la fortaleza y ejemplo que son para todos las Madres de Plaza de Mayo.

Ernesto Castagnino
ecastagnino@tiempodemusica.com.ar
Noviembre 2007

Nota
(1) La cuarta madre es un personaje mudo.

Imágenes gentileza Teatro Argentino / Fotografías de Guillermo Genitti.
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Publicado el 12/11/2007
     
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