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"Elektra" de Richard Strauss y Hugo von Hofmannsthal: El contenido de una grieta
Por Carlos Rossi Elgue
 

2. La comunión

Abordar la ópera de Richard Strauss implica sumergirse en la compleja relación que se establece entre la música y los textos de Hofmannsthal y Sófocles. Algo que comienza en la antigüedad clásica vuelve a imponerse y a fascinar en un momento histórico diferente.

Electra de Sófocles comienza con una situación en la que todo lo que podría haber sido de otro modo ya ha ocurrido, por lo que la tensión dramática se encuentra en su clímax desde el inicio. La obra arranca con el lamento y la determinación de Electra de vengar la muerte de su padre, Agamenón, en manos de su madre, Clitemnestra, y su nuevo amante, Egisto. La esperanza de que su muerte sea vengada por Orestes, el hermano, se opaca cuando llega al reino la falsa noticia de su muerte. Electra le pide colaboración para llevar a término su plan a Crisótemis, la hermana que la rechaza atada a sus miedos bajo el poder de la madre. Finalmente Orestes, disfrazado de forastero, se da a conocer a Electra, y luego entra al palacio para matar a Clitemnestra primero y a Egisto después.

La figura de Electra, más allá de su tragedia personal, se construye como la del testigo que denuncia la falla de un orden humano cruel y absurdo: "Estoy muerta, ¡infortunada!, ya nada soy", grita en uno de sus monólogos. Desde la soledad y el aislamiento voluntario, fuera del palacio, el nuevo orden que instauran Clitemnestra y Egisto está manchado con la muerte de Agamenón y la voz de la hija se arrastra entre los cimientos del palacio sedienta de venganza. La vida de la mujer se consume impulsada por este deseo hasta volverla fuerza fantasmal agitada en las grietas del orden.

Ernestine Schumann Heinck (Clitemnestra) y Annie Krull (Electra)
en el estreno mundial de Elektra, Dresde, 1909

Hofmannsthal recupera el personaje de Electra desde su interioridad y su impulso vengador. Por eso, a diferencia de lo que sucede en la obra de Sófocles, aquí ella muere al cumplir su misión, convertida en pura voluntad que se consume en la venganza. En ella se sintetiza el compromiso con lo irracional y la determinación heroica, así como en Clitemnestra el impulso (auto) destructivo que trae el sufrimiento y la culpa. Al imperativo histórico en el cual el nuevo orden debe surgir del crimen, Hofmannsthal le agrega la observación sobre la inevitable crueldad que significa con uno mismo y con los demás la gratificación egoísta de los impulsos. La irracionalidad penetra en la política cuando el gobernante se ve demoníacamente empujado a hacer sentir su poder, hasta que los súbditos se rebelan. Hofmannsthal parte del supuesto de que las energías en conflicto de los individuos y los grupos deben salir a la luz, ya que cuando la ley ignora la irracionalidad de las emociones, esta irrumpe a través de sus grietas y subvierte el orden.

El contenido oscuro de la grieta guarda la verdad que será revelada. La verdad que ilumina el final de la obra de Hofmannsthal y la ópera de Strauss está fuera del orden de la anécdota y se resume en una voz plural, fuera del tiempo, en los labios de Electra: "He sembrado la semilla [...] de la adversidad y ahora cosecho gozo tras gozo [...] Era un negro cadáver errando entre los vivos... y en este momento [...] soy el fuego de la vida y mi llama consume [...] las tinieblas del mundo" (Elektra, Escena X).

Aquello que atrapa a quien escucha la ópera, lo que lo interpela en cada momento histórico, es el rumor siempre escurridizo del interior de la grieta. La música y el texto, como pocas veces en la historia operística, se revuelven y avanzan en un mismo sentido. Electra se consume en su propio exceso y la música hace lo suyo hasta alcanzar el silencio, luego de un único acto en el que se equilibran perfectamente las escenas capitales con episodios de tensión y angustia en un crescendo abrumador. Una gigantesca orquesta, arrastrada hacia la politonalidad y la disgregación de la armonía tradicional, corta el aliento, vomita el grito y nos despide, como el mar a los despojos, en la orilla de la perplejidad.

Carlos Rossi Elgue
Octubre 2007

Richard Strauss, caricatura de F. Juttnerog. Se ve al compositor con la partitura de Elektra en mano, "torturando" a un oyente sentado en una silla electrica

Bibliografía
Sófocles, Electra, Biblioteca Clásica Gredos, Madrid, 1992.
Auden W.H, El mundo de Shakespeare, Adriana Hidalgo Editora, Bs. As., 1999.
Hauser Arnold, Historia social de la literatura y del arte, Guadarrama, Madrid, 1976.
Schorske Carl E., Viena Fin-de-Siècle, Gustavo Gili, Madrid, 1996.
von Hofmannsthal H., Elektra (version en castellano Mónica Zaionz), en Revista Teatro Colón Nº27, Año 3, Buenos Aires.
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Para agendar
El Teatro Colón presentará Elektra a partir del jueves 18 de octubre a las 20.30, en el Teatro Coliseo, Marcelo T. de Alvear 1125. La dirección musical estará a cargo de Stefan Lano y la puesta en escena de Mario Pontiggia. Luana DeVol será la protagonista, que estará acompañada por Virginia Correa Dupuy como Crisotemis, Graciela Alperyn como Clitemnestra, Hernán Iturralde como Orestes y Carlos Bengolea como Egisto. Las siguientes funciones serán el domingo 21 a las 17.00, el miércoles 24, viernes 26 y sábado 27 a las 20.30. El viernes 26 habrá otro elenco: Susan Marie Pierson será Electra, Eiko Senda como Crisotemis, Elizabeth Canis como Clitemnestra y Fernando Chalabe como Egisto. Más info: www.teatrocolon.org.ar

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Publicado el 18/10/2007
     
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