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Las óperas de Alberto Ginastera : Violencia, grotesco y tormento
En el centenario del nacimiento del compositor argentino, el Teatro Colón abre su temporada con su última ópera, “Beatrix Cenci”. Aquí repasamos las características de su producción operística. Por Luciano Marra de la Fuente
 

Alberto Ginastera frente al Teatro Colón

Para la vanguardia musical de la post-guerra, el género operístico fue el blanco de severas críticas por encarnar todo el gusto burgués anquilosado y la repetición de sus fórmulas, incluso en nuevas creaciones. Como solución, Pierre Boulez mandaba a quemar los teatros de ópera y lanzaba duras críticas a compositores que seguían componiendo óperas (Hans Werner Henze era uno de los principales blancos). Sobre ese panorama, afortunadamente, hubo compositores que vieron en este género una manera de superar el pasado, reelaborándolo, vinculándose con la tradición o negándola.

En la producción musical de Alberto Ginastera, ya sea en las piezas de música pura como en las canciones o cantatas, siempre hubo una vocación dramática y expresiva, aunque su llegada a la ópera fue recién a sus cuarenta y seis años, en plena madurez creativa. En un lapso que abarcó nueve años compuso y estrenó las únicas óperas de su producción: Don Rodrigo (1964), Bomarzo (1967) y Beatrix Cenci (1971). Quedó como proyecto, en la última etapa de su vida, la que hubiera sido su cuarta ópera, Barrabás con libreto del novelista Camilo José Cela, basado en la obra de Michel de Ghelderode.

Las tres obras se originaron a partir de encargos puntuales: la Municipalidad de Buenos Aires en 1962 le encargó Don Rodrigo para ser estrenada en el Teatro Colón y la Opera Society de Washington encomendó las otras dos, Bomarzo para ser estrenada en el Lisner Auditorium y Beatrix Cenci para la temporada inaugural del Kennedy Center.

Escena de Bomarzo, producción de Roberto Oswald, Teatro Colón, 1984

La primera, que se vio sólo esa vez en Buenos Aires, se presentó en la inauguración del New York State Theater en 1966, lugar de residencia de la New York City Opera, con el protagonismo del joven Plácido Domingo, logrando un suceso que generó los otros dos encargos. Esas óperas finalmente fueron vistas tardíamente en Buenos Aires: Bomarzo subió a escena, después de la censura, en 1972, con reposiciones en 1984 y 2003, en tanto que Beatrix Cenci tuvo su estreno latinoamericano en 1992, y ahora vuelve en nueva producción para abrir la temporada lírica del Teatro Colón.

Acción musical dramática

El teatro musical para Ginastera

 
Publicado el 14/03/2016
     
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