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"Marianita Limeña" y "El amor brujo" en el Teatro Argentino de La Plata: La unión fortuita...
Por Javier Villa y Luciano Marra de la Fuente
 

Sciammarella-Falla o la unión fortuita en La Plata
Teatro Argentino, Sala Alberto Ginastera, La Plata
Domingo 28 de mayo de 2006, 17.00

Escena de conjunto de Marianita Limeña, Teatro Argentino, La Plata, 2006

MARIANITA LIMEÑA, o el divorcio fortuito, comedia lírica en un acto. Libreto de Francisco Javier. Música de Valdo Sciammarella. Dirección musical: Carlos Calleja. Puesta en escena: Carlos Palacios. Escenografía: Víctor de Pilla. Vestuario: Alicia Gumá. Iluminación: Juan Carlos Greco. Principales intérpretes: Laura Penchi, Patricia González, Virginia Corread Dupuy, Carlos Natale. EL AMOR BRUJO, ballet en un acto. Música de Manuel de Falla. Coreografía de Esperanza Duch. Directora del Ballet Estable: Cristina Delmagro. Principales intérpretes: Aldana Bidegaray, Federico Moreno, Lorena Repsys, Carlos Villamayor. Partes cantadas: Gabriela Cipriani Zec, mezzosoprano. Orquesta y Ballet Estables del Teatro Argentino de La Plata.

El Teatro Argentino de La Plata presentó en mayo como segundo título de su temporada lírica un espectáculo lírico coreográfico integrado por la ópera Marianita Limeña del compositor argentino Valdo Sciammarella (1924) y el ballet El amor brujo del español Manuel de Falla (1876-1946). El criterio con el cual se unieron estas dos obras es la raigambre española que ambas poseen. En el ballet de Falla se pueden escuchar danzas y cantos al estilo andaluz y gitano, con una colorida paleta orquestal a lo Ravel, y en la ópera de Sciammarella se perciben ciertos ritmos castizos y una particular mirada vocal.

Es un caso particular el de Marianita Limeña, o el divorcio fortuito dentro de la historia de la ópera argentina. Estrenada en el Teatro Ópera de Cámara de Buenos Aires en 1957, se representó luego en Bruselas en 1958, en La Plata en 1961, en el Teatro Colón en 1962 y 1970, y en el Teatro General San Martín en 1966. La cantidad de repeticiones en variados escenarios que ha tenido no llegan a ser como las de El matrero (1929) de Felipe Boero o Aurora (1908) de Héctor Panizza, pero debe estar seguramente detrás de ellas. Esto se debe, en una primera impresión, por poseer un lenguaje de fácil escucha, alejado de toda vanguardia musical, al igual que las óperas antes mencionadas.

Ambientada en la época del Virreinato en la ciudad de Lima, el libreto de Francisco Javier, basado en un hecho real sucedido en 1750 y que fue recogido en uno de los capítulos de las Tradiciones peruanas de Ricardo Palma publicado en 1872, carece de conflicto dramático en escena: la ruptura de Marianita con su marido impuesto pasa fuera de ella. Lo que vemos durante la obra es el arribo de la protagonista al convento, su permanencia y la llegada de la noticia de la muerte de su esposo con su consecuente alegría. El único momento que podría llegar a ser un conflicto dramático es cuando ingresa al convento el enviado del Virrey generándose de esa manera cierta tensión en Marianita. Sin embargo, es un diálogo demasiado diplomático y sin sustancia operística.

La partitura presenta escasos números solistas. Hay una cierta reminiscencia de cantos latinoamericanos que proporcionan el

 
Publicado el 26/08/2008
     
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