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“Don Giovanni” en el Teatro Avenida : Un depredador sexual en Buenos Aires
Con un sólido trabajo en equipo comandado por Marcelo Lombardero y Pedro Pablo Prudencio, Buenos Aires Lírica presentó una nueva producción de la ópera de Mozart, que estará sin lugar a dudas entre lo más destacado de este año en el circuito de la lírica. Por Ernesto Castagnino
 

Comienzo de la escena final del primer acto de Don Giovanni, Buenos Aires Lírica, Teatro Avenida, 2014

DON GIOVANNI, ópera de Wolfgang Amadeus Mozart. Función del viernes 22 de agosto de 2014 en el Teatro Avenida, organizada por Buenos Aires Lírica. Dirección musical: Pedro-Pablo Prudencio. Dirección escénica: Marcelo Lombardero. Dispositivo escénico y escenografía virtual: Diego Siliano. Vestuario: Luciana Gutman. Iluminación: Horacio Efrón. Coreografía: Ignacio González Cano. Elenco: Nahuel Di Pierro (Don Juan), Oriana Favaro (Doña Ana), Santiago Bürgi (Don Octavio), Hernán Iturralde (El Comendador), Victoria Gaeta (Doña Elvira), Iván García (Leporello), Cecilia Pastawski (Zerlina), Mariano Fernández Bustinza (Masetto). Coro de Buenos Aires Lírica, dirección: Juan Casasbellas. Orquesta. Bajo continuo: Nicolás Luis.

Entender Don Giovanni como una ópera política, en el más amplio sentido del término, es pensar tanto acerca de la tensión entre las clases sociales, los abusos de poder y el sometimiento producto de esa diferencia de clase, como acerca de la política del deseo y las políticas del erotismo. La figura del libertino se elevó en Occidente al rango de mito a fuerza de escribir una y otra vez la historia de aquel para quien nada es suficiente y que en el afán por consumir a su paso todo lo que ve, termina consumiéndose a sí mismo. Ninguna atadura moral, ningún orden social detiene al libertino en el impulso por saciar una voracidad sin límites, un hambre sin fin. Si Tirso de Molina, Molière, Byron o Sören Kierkegaard abordaron, entre muchos otros, el mito dejando cada uno su mirada personal, la ópera de Wolfgang Amadeus Mozart y Lorenzo Da Ponte permite múltiples reinterpretaciones, como la que propuso Marcelo Lombardero, sin dudas el director de escena más lúcido con el que contamos en nuestro medio.

Desprendiendo al mito del ropaje decimonónico con el que Don Giovanni llegó hasta nosotros, Lombardero rompe la imagen del seductor galante, del burlador aristocrático y refinado, para mostrarnos lo que hay detrás de esa máscara: la voracidad, el vacío imposible de llenar, el impulso irrefrenable que sólo se detiene en la autoaniquilación. Don Juan en el siglo XXI no es más el seductor kierkegaardiano que planificaba su conquista, disfrutándola incluso más que el placer efímero del encuentro carnal:

 
Publicado el 01/09/2014
     
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